Homenaje a Ermilo Torre Gamboa por sus 90 años como artista, en el Museo de la C
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Tema Mérida


Para el artista Ermilo Torre Gamboa, una de las felicidades más grandes de su vida es haber llegado a los 90 años y que mejor manera de celebrarlo que con el homenaje que le rinde el Museo de la Ciudad en su programa “la Pieza del Mes”: —Jamás pensé llegar a esta edad— comparte. Siempre estuve traqueteado y enfermo, con dos infartos fuertes, pero ahora queremos seguir adelante porque todavía podemos—. 

“Ermilo Torre Gamboa: 90 años de un gran artista” es el nombre de la exposición que durante todo abril podrá visitarse en el Museo de la Ciudad.

 

Para el artista, los jóvenes se han vuelto hoy sus maestros: “Mi pintura data de muchos años, es muy clásica y chapeada a la antigua, pero con el tiempo ha avanzado. Ahora mi nieto está dando mucha guerra en todo el país, ya estuvo en Lisboa, por eso digo que ahora estoy aprendiendo de la juventud, pues hoy tenemos muchos pintores jóvenes destacados”.

 

Durante la presentación, el Director de Cultura, Antrop. Irving Berlín Villafaña, recordó que la misión de “La Pieza del Mes” es ofrecer los bienes y el patrimonio cultural y estético de los talentos de la ciudad.  Indicó que la tradición familiar Gamboa Guzmán ya tiene tres momentos –Juan, don Ermilo y el nieto Jorge Ermilo- donde el arte plástico está presente: “Nos da gusto tener la obra plástica de don Ermilo porque nos muestra que es un gran pintor y maestro que ha logrado transferir su esencia a otras generaciones, y qué mejor que se dé en una ciudad como Mérida, pujante de belleza y arte para meridanos y visitantes”.

 

A su vez, Jorge Ermilo Espinosa Torre, artista visual y nieto del homenajeado, agradeció la invitación de la Dirección de Cultura y el Museo de la Ciudad para exponer el patrimonio del Maestro Gamboa, “porque algo bueno va a dejar”.

 

De su abuelo destacó la calidad humana, la capacidad de convertir la estética y la experiencia de las artes y materializarla para luego trascender: “desde pequeño he estado rodeado de sus pinturas y pinceles, y aunque no tenía permiso de subir a su estudio, encontraba la forma. Esos símbolos de familia, cercanía, son ahora mi materia de trabajo y formación que me remiten a momentos de felicidad”.

 

Agregó que en la obra de Ermilo Torre Gamboa hay un patrimonio por disfrutar y compartir: “seguiré siendo su alumno y ayudante por toda la vida”.

 

En la presentación estuvo presente el Lic. Elías Lixa Abimerhi, Regidor de Cultura en representación del alcalde Lic. Renán Barrera Concha, quien tuvo a su cargo la declaratoria inaugural de la muestra, familiares y amigos del homenajeado.

 

La colección incluye tres acuarelas — “Dama española”, “Mujer con niño” y “Boceto de Cristo” —, dos obras de lápiz sobre papel y sobre acuarela tituladas “Niño” y “Dama acostada”, respectivamente, toda ellas que datan de 1950, así como la boina personal del maestro Torre Gamboa y una fotografía a color del homenajeado. De su haber como artista, completan la muestra su cuaderno de dibujos (1941), una caja de madera para pinceles y pinturas y los óleos “Mestiza de Ticul”, “Autorretrato pintando a mi hija Geovana” y “Ermilo”. Todos los artículos pertenecen a la colección personal del artista.

 

Ermilo Torre Gamboa es sobrino-nieto del ilustre pintor yucateco Juan Gamboa Guzmán. Sus primeros acercamientos con la pintura se dieron cuando, siendo apenas un niño, tenía la encomienda de ayudar en el enmarcado y retoque de las ilustraciones sacras que se vendían en el establecimiento de sus padres denominado "El Paje".

 

Desde muy joven destacó por su habilidad para el dibujo y su gran gusto por los colores. Después de pasar por los talleres de algunos pintores yucatecos y la Escuela de Bellas Artes de Yucatán, Ermilo decidió estudiar profesionalmente la pintura, pero necesitó de la intervención del empresario Alejandro Gómory Aguilar y del Rector del seminario, Monseñor Juan Arjona Correa, para convencer a su padre.

 

Estuvo en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, y en Madrid, donde se integra a la Real Academia de San Fernando, a la vez que trabajó en un taller de pintura de porcelanas y restauración de cuadros y libros viejos para sostenerse. Vivió y estudió un tiempo en París y Florencia. Durante su estadía en España realizó reproducciones de grandes obras maestras en el Museo del Prado, las cuales llevó consigo a su regreso a Mérida para presentar, junto con obras originales, su primera gran exposición. 





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