Mérida, construida sobre la antigua ciudad maya de T’Ho, se erige blanca y majestuosa en la llanura de Yucatán. Fueron los conquistadores quienes, asombrados por el esplendor de los monumentos prehispánicos de T’Ho, le dieron el nombre de su homónima española, ya que consideraron que rivalizaba con la ciudad romana de Mérida, en España. Desde su fundación el 6 de enero de 1542 por Francisco de Montejo “el Mozo” Mérida ha sido digna de su historia, conservando un grandioso testimonio a lo largo de los siglos.
La capital del estado de Yucatán es también llamada la Ciudad Blanca por sus fachadas claras, la limpieza de sus calles bajo la brillante luminosidad del sol y la vestimenta blanca de sus habitantes. Se caracteriza por su encanto provinciano heredado de su pasado colonial, su rico ambiente cultural y su gente amable y cortés, muy apegada a sus tradiciones mayas y mestizas.
Como todas las ciudades coloniales de América, Mérida fue diseñada de acuerdo a un trazado en tablero a partir de la plaza central. Agradablemente sombreada por laureles de la India, esta Plaza Grande está rodeada en sus cuatro lados por algunos de los edificios más venerables de la ciudad.
La Catedral de San Ildelfonso, acabada de edificarse en 1598, es la primera en tierra firme de América. Su sobria y solemne fachada, con dos torres y tres pórticos de estilo renacentista, ostenta, encima de las estatuas de los apóstoles, el escudo del primer imperio mexicano.
A un costado está el Museo de la Ciudad y del otro lado, separados por el Pasaje de la Revolución –aprovechado actualmente como espacio escultórico-, los edificios del obispado, que tuvieron diferentes usos a lo largo de los años. Hoy, encierran el Museo de Arte Contemporáneo (MACAY) con exposiciones permanentes.
La Casa de Montejo conserva su magnífico portal de piedra esculpido y adornado con estatuas, principalmente de los conquistadores. Es la joya de arte plateresco secular más valiosa de México.
Al norte, el Palacio de Gobierno que data de 1898 encierra un majestuoso patio central; el Salón de la Historia y los pasillos son adornados con bellos murales –obra del gran muralista Fernando Castro Pacheco- que ilustran la historia regional.
Dominado por la torre del reloj, el Palacio Municipal está flanqueado por el Centro Cultural Olimpo, donde se ofrecen exposiciones de arte y eventos culturales diarios.
Bajo las arcadas se encuentran el Pasaje Picheta, con sus murales costumbralistas, tiendan de artesanías y restaurantes yucatecos; la legendaria Heladería Colón donde se pueden saborear las mejores nieves del país; las librerías que ofrecen una variedad de libros sobre los mayas en varios idiomas; y las cafeterías con vista a la elegante catedral. Son razones suficientes para pasar un rato más en la plaza después de visitar los monumentos históricos.
Al anochecer, la amplia plaza es el lugar de reunión de los meridanos que acuden a tomar el fresco en medio de los bellos edificios magistralmente iluminados y de los trovadores.
Cerca, el mercado municipal está abierto todos los días de la semana. Allí se adquieren artículos de henequén, bordados y otras artesanías. Caminando entre los pintorescos puestos de frutas, verduras, especias y dulces típicos, se puede apreciar la gran variedad de ingredientes exóticos que componen la rica cocina yucateca.
En las calles circundantes a la Plaza Grande, se descubren encantadoras plazoletas con bancas que invitan a descansar a la sombra de frondosos árboles e iglesias. El Parque Hidalgo con sus altos almendros y sus edificios refinados es uno de los más agradables. Su iglesia llamada de la Tercera Orden es la favorita de la alta sociedad meridana para casarse. Edificada por los jesuitas en 1618, encierra un magnífico retablo plateresco de madera dorada. En el Parque de la Madre se reúnen los artistas bohemios. El Parque de Santa Lucía tiene una plaza rodeada de arcos que fungía antiguamente como Terminal de diligencias. Cada jueves por la noche se anima con bailes folclóricos y serenatas. Otras áreas que embellecen la ciudad son el Parque de la Mejorada y su convento hoy sede de la escuela de arquitectura; la iglesia del Convento de las Monjas; y la Iglesia de San Juan de Dios de estilo barroco construida a principios del siglo XVII.
El Teatro Peón Contreras, de estilo neoclásico, construido y decorado por arquitectos y artistas italianos entre 1900 y 1908, guarda una espectacular escalera de mármol de Carrara y pinturas al fresco en la cúpula, desde donde pende un majestuoso candelabro. En frente de allí, la Universidad Autónoma de Yucatán de estilo ecléctico tiene un bello portón barroco del siglo XVII. Los viernes por las noches, su ballet folclórico presenta en el patio un espectáculo colorido.
Al norte del centro histórico colonial, los barrios residenciales se congregan a lo largo del Paseo de Montejo, cuyas casonas señoriales de estilo europeo del siglo XIX son un testimonio de la esplendorosa época del henequén. Esta hermosa avenida se recorre en calesa o en autobús abierto para admirar a gusto cada uno de sus detalles arquitectónicos. Una parada obligada es el Palacio Cantón, antigua residencia de los gobernadores construida al estilo Renacimiento italiano con materiales lujosos importados de Francia e Italia. Alberga hoy el museo de arqueología que expone piezas provenientes de las numerosas ciudades antiguas del estado.
El recorrido sigue por la Avenida Colón y el Parque de las Américas sombreado por diversas especies arbóreas americanas y en cuya concha acústica se celebran conciertos y otros eventos.
Si Mérida es famosa por su historia, sus tradiciones, sus manifestaciones artísticas y su romántica gente que vive al ritmo de los trovadores, es también el centro económico del Sureste y un moderno y dinámico desarrollo urbano. Cuenta con una infraestructura y servicios de primer nivel: los hoteles, los restaurantes, las agencias de viajes, las arrendadoras de autos y de autobuses, los bancos, las casas de cambio y los centros comerciales están siempre listos para atender las necesidades de sus clientes