A la hora dorada, los habitantes de la Península de Yucatán salen a pasear y a contarse historias por los parques que salpican pueblos y ciudades con el verde follaje de sus árboles, mientras los trinos de los pájaros invaden el cálido aire nocturno. En Mérida, es cuando los trovadores aparecen vestidos de blanco con sus guayaberas impecables y al son de sus guitarras endulzan el alma de los paseantes con las poéticas canciones yucatecas, mientras que en las sillas de “confidente” se habla de un amor tan ardiente como el sol del medio día.
La trova es un fenómeno originado en 1890 que conjunta el refinamiento de los indígenas mayas, la poesía criolla, el ritmo caribeño y la dulzura mestiza. Al hablar del amor de una forma tan delicada, la canción yucateca trascendió las fronteras y las composiciones de Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas, Pastor Cervera y Armando Manzanero, entre otros, son conocidas internacionalmente.